miércoles, 3 de noviembre de 2010

ASTURIAS POR -VERA DE MINGO-

Estimados amigos, os dejamos una crónica que nuestra amiga Vera de Mingo que ha cambiando sus zapatos de tacón por unas "catiuscas nuevas" y se ha lanzado con nosotros de expedición a tierras Asturianas. Espero que que os guste, muchas gracias Vera!!

  ¡Hola a todos!

No estaba muy convencida de pasar un fin de semana rodeada de naturaleza, tranquilidad y grandes superficies, no repletas de tiendas, sino de paisajes de cuentos de hadas.

Al final, me decidí gracias a la buena compañía y me adentré en el maravilloso mundo de las expediciones en todoterreno. Comentaros que, aunque difícil de creer, me encantan los coches y una aventura como esta no se podía dejar escapar. Nunca había oído hablar de esta empresa, SYBARIS EXPEDICIONES; que prepara viajes de aventura. Con una organización excepcional y un trato inmejorable decidimos contratar este fin de semana inolvidable.

El viernes, el grupo marchó hacia Asturias, concretamente a Cangas del Narcea, donde tendrá lugar nuestra expedición. Íbamos a pasar cuatro días recorriendo los parajes de una zona de Asturias a la cual yo no conocía.

Coincidiendo con las fiestas de la localidad, nada más llegar al pueblo, degustamos los vinos de la región y nos deleitaron con el sonido de la gaita y los cánticos de los lugareños. El pueblo estaba repleto de casetas, vino de la región y se respiraba el bullicio de los habitantes. Allí conocimos a más integrantes de la expedición. Con una muy buena primera impresión nos unimos a las "fiestas".

A la mañana siguiente, comienza nuestra expedición. Yo, sin tacones, con mis “katiuskas”y cámara en mano me dispongo a abrir mi mente y observar ...

Los coches estaban preparados para adentrarse en la ruta prevista: ascensión por “La ruta del oro”. Recorrido por el camino que recorrieron los romanos para encontrar este mineral. A lo largo del día, se hacían paradas para coger fuerzas y sin faltar la sidra escanciada por el jefe de la expedición. La vista más grandiosa del día fue desde lo alto de una montaña la cual nos mostraba todo Cangas del Narcea a vista de águila.

Los coches maniobraban por carreteras intransitables. Era genial!! Las pendientes, los caminos estrechos, las dificultades para poder subir por pendientes...

Ya el primer día ya se averió un coche y hubo que sacarlo de la montaña, aviso a la grúa y demás trastornos, conseguimos repartirnos en los coches restantes. Tras el disgusto de la avería y preocupados seguimos el camino: esa es la aventura, ¿no?

Recorrimos caminos estrechos y siempre rodeados de aminales que nos hacían ameno el camino:

Hasta llegar a una zona que jamás imaginé: Un paraje recóndito, bordeado por un riachuelo y donde únicamente habitaba una señora. !¡En medio de la nada!. Solo una explanada, algún animal y la naturaleza. Allí decidimos hacer una parada para comer y compartir la sobremesa con lo que nos rodeaba. Como es típico, la fabada no faltó.

Deciros que jamás había visto nada igual. El primer día había sido sorprendente.

El segundo día totalmente mimetizada con el lugar...y con mis katiuskas, hicimos la ruta este de la región visitando a la Virgen de Acebo.

Algunos pidieron deseos que personalmente espero que se cumplan y otros contemplaron unas vistas de 360º. ¡Irrepetible!

El camino siguió por una zona donde, una vez aparcados los coches, y como pequeños exploradores marchamos en “fila de a uno” hasta llegar a una cascada. Atravesando un riacuelo, y caminando por un a senda llegamos a una casacada natural que salía de un franmento de la montaña. Todos nos quedamos asombrados de aquella maravilla de la naturaleza. El agua cristalina y los árboles decorados por musgo daban la sensación de estar inmersos en un lienzo. Siguiendo el recorrido pasamos al lado de esta casa en medio de la montaña!!!!

De camino de vuelta, nos encontramos a unos vecinos que nos acompañaron durante un tramo del camino.

El lunes, la ruta nos llevó a un yacimiento celta. Antes de llegar, y recuperando el coche averiado el primer día, otro coche pinchó y qué contaros, reparación, pinchín y en marcha.

Visitamos el yacimiento en lo alto de la montaña. Los coches sortearon los tramos sin problema y mis katiuskas y yo pisamos por las antiguas casas de piedra donde en otro tiempo se habrían librado mil y una batallas.

A continuación, la visita obligada a un árbol milenario. Pocos quedan ya y la parada merecía la pena.

La ruta terminó con la visita a una casa típica: caserón restaurado con una presencia impecable y una vaquería que trabaja sin descanso de sol a sol. La vivienda estaba restaurada y la decoración era de ensueño, ambientada con objetos típicos: cocina antigua de carbón, camas con dosel,...y hasta un pupitre antiguo. ¡Una maravilla!. También la vaquería anexa a la vivienda tenía útiles para la matanza, accesorios para el trabajo en el campo,... y un sinfín de detalles.

Por la noche decidimos volver al pueblo a seguir la ruta, pero esta vez “La del vino”. Estamos agotados pero con ganas de seguir admirando los encantos de este pueblo.

El último día, se levantó con una capa de niebla la cual hacía presagiar que las vistas no iban a ser las mismas que en días anteriores.

Primero, el jefe de la expedición, nos presentó el pueblo y sus tradiciones: las fiestas, la historia, una casa que en otro tiempo perteneció a una familia noble y portaba el escudo en la fachada, el puente roto...

Cogimos rumbo a la última ruta de la expedición: “La ruta de las ermitas”. Comenté que a causa de la niebla no íbamos a tener las mismas vistas de días anteriores pero he de confesar que, como buena siniestra, fueron las mejores. La subida a las ermitas se hacía a través de la niebla y los charcos de barro. En un momento del camino, el precursor de este viaje se atrevió a dejarme su todoterreno. ¡qué deciros!

De las experiencias mejores de la vida...a parte de ir de compras. La sensación de adrenalina es total, el manejo aunque no es difícil requiere pericia y práctica. Aunque lo cierto es que no lo hice nada mal salteando obstáculos, salpicando barro, reduciendo marchas y acelerando todo lo que me dejaba el coche.

A lo largo de la expedición usamos las emisoras como programas de radio, pinchando música, adivinando canciones y riendo sin parar. Nos lo hemos pasado como niños grandes.

¡LO MEJOR!

Supongo que para una chica de ciudad como yo esta aventura me ha hecho recapacitar y pensar en todo lo que me queda por explorar. Agradecer a la buena compañía los buenos momentos que pasamos y dar las gracias a todos por sacar lo mejor de mí.

Solo espero que el deseo que pedimos a la Virgen de Acebo se cumpla. De momento, he vuelto a la urbis y he guardado mis katiuskas hasta que Sybaris Expediciones llame a la mi puerta!!!

Vera de Mingo